REFLEXIONES
PARA UNA ALQUIMIA ESPIRITUAL
Siembra
y cosecha
Muchas veces, nosotros los seres
humanos por buscar un supuesto bienestar material o económico, conducimos
nuestro comportamiento pisoteando valores, y haciendo daño a los demás, con la
finalidad de conseguir nuestro propósito; y sobretodo, pensamos que todo lo que
hacemos queda impune, pues nadie se da cuenta, el afán de conseguir riqueza,
fama y poder nos ciega de tal manera que no podemos apreciar nuestros errores y
si los apreciamos los pasamos por alto, porque el fin que buscamos justifica
los medios; y nos seguimos ratificando tanto esta forma de pensar, que creemos
nuestra justificación valida, pero cuando comienzan a salir en nuestra vida
aspectos malos, pensamos que no los merecemos, y nos decimos porque la vida nos
trata así, e inclusive nos preguntamos porque Dios nos maltrata , si somos
"buenos".
Cuando empezamos a analizar estas
circunstancias desde toda óptica, empezando por la material podemos apreciar
que si sembramos papas vamos a cosechar papas y no camotes, y este hecho es una
realidad ineludible, que lo que sembramos cosechamos, nadie se escapa de este
hecho en la realidad. El apóstol Pablo nos indica que Dios esta más cerca de
nosotros de lo que podemos pensar, pues existimos, vivimos y nos movemos en él
(Capítulo 17 versículo 28 Hechos de los apóstoles).
A través de la historia el ser
humano, siempre ha tratado de echarle la culpa de lo que le sucede a los hechos
externos, y más aun pensamos, en la ira, la cólera, el furor de Dios, o
echándole la culpa a la casualidad, sin entender que una de las leyes supremas
que nos rigen es la ley de Causa y Efecto, que nuestro maestro Jesús lo
enseñara de manera sencilla cuando nos dice que todo lo que sembramos lo
cosecharemos.
Es por eso de vital importancia
entender este hecho, para poder dirigir nuestra vida de manera correcta,
evitando todo aquello que nos cause daño y les cause daño a los demás, porque
de esta ley nadie se escapa, aunque así parezca.